miércoles, 15 de febrero de 2012

Tu naturaleza humana, tu única cárcel

  
DIA: 25-02-95.-

F. Jesús, estoy desesperada, tengo tantos miedos.
J. ¿Miedo a qué?
F. Miedo a que me vaya mal en la vida.
J. No permitas que el demonio te perturbe. Debes hacerte fuerte.
F. ¿Para qué dejás que el demonio me moleste?
J. Para que comprendas la diferencia entre el "cielo" y el infierno, entre lo que significa vivir en Mí y fuera de Mí.
F. O sea que yo vendría a ser Tu conejillo de Indias; querés hacer experimentos conmigo.
J. Para tu corta vida eres ya bastante sensible a lo sobrenatural. Tu naturaleza humana sufre, es tu única cárcel, la que tendrás que soportar hasta el abrazo final. Ofrécete a Mí por amor y por amor a tus hermanos.
No quieres comer, no quieres trabajar, no quieres hacer tantas cosas que antes hacías...
F. Es que no le encuentro sentido a todo eso.
Creo que la culpa es tuya porque Vos hiciste que me desprendiera de todo aquello y que ya no tuviera planes personales.
J. Hijita, mortifica tus sentidos, así me encontrarás más fácilmente. El demonio ataca tu naturaleza humana porque ya no puede llegar a tu alma ni  a tu mente. Por eso debes estar atenta para no hacerle el juego. Recurre a Mi Madre, sabes cuál es la oración que le gusta.
F. Jesús, quiero servirte.
J. Antes de servirme debes "amarme" y  amar al hombre, que es el motivo de Mi venida a este mundo. Debes amar a cada hombre como si todo el cielo estuviera dentro de él, no mirar sus defectos sino sólo amar.
F. Jesús, no puedo dar lo que no tengo. Creo que ni yo misma me quiero.
J. No pienses en tí misma, piensa que Yo vivo en tí, tú ya no existes sino en Mí. Por eso el demonio ataca aquella área que todavía no has entregado completamente. Pero no temas, eres mía y estás creciendo. Recuerda, hijita: los dolores de parto son insoportables, pero cuando llega aquello que se espera tanto se olvida el sufrimiento.
Nacer a la vida del Espíritu duele también, pero la alegría recibida no se compara con nada de este mundo.
M. Hijita, olvida todo, olvida el pasado y escucha atentamente Mis palabras, ustedes están inscriptos en el libro de la Vida. Sus nombres están sellados en Mi Corazón, la muerte no los alcanzará. Ahora Mi preocupación son Mis pobres hijos descarriados, a los que todavía debo salvar. Quiero que me ayudes y renuncies a todo proyecto personal. Hijita, no tengas  miedo de nada.

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