jueves, 14 de junio de 2012

San Antonio de Padua































 El Santo de todo el mundo y el Santo del Amor, dedicó su corta vida a predicar su mensaje de PAZ y BIEN, rechazando las armas y la violencia como medio de solución de los problemas humanos, y enarbolando las banderas de la Fe, del Evangelio y de la fraternidad universal. Consagrado por su madre desde su niñez a la Virgen, hizo de su vida un servicio de amor, entrega y devoción a María. 

Su nombre verdadero era Fernando Buillón. Nació en Lisboa (Portugal) el 15 de Agosto de 1195. En su niñez concurre a la escuela de la Catedral y vive en un ambiente de riqueza y seguridad económica. 
A los 18 años decide ser sacerdote, conoce a los frailes franciscanos y entusiasmado por el ideal de pobreza ingresa a esa orden en el año 1220. Allí adoptó el nombre de Antonio.
 Fué un hombre de mucha oración y un gran predicador que movía los corazones a la conversión. Conocía el Evangelio como nadie y lo transmitía con claridad y precisión. 
En Antonio estaba viva la preocupación de "empequeñecerse", pero el recogimiento y la oración no le hacían olvidar las actividades de la vida comunitaria, llena de sacrificios y de penosas tareas, pero necesarias para el sustento y el abrigo de los hermanos. 
A Antonio le asignaron las tareas de barrido de la capilla y convento, y el lavado de los utensillos de cocina. ¿Quién podría imaginar al Doctor de la Iglesia en esas faenas? Su humildad nos enseña: No son las tareas que ennoblecen al hombre, sino el hombre que las ennoblece, las santifica, y las transforma en canto de amor a Dios y servicio para los hermanos.
 Antonio es más grande cuando empuña la escoba que cuando empuña la pluma; cuando los sabañones le hinchan los dedos al contacto con el agua fría, que cuando levanta el dedo para denunciar al avaro o enfrentar al tirano.
 Si lo hubiera visto su padre, tan orgulloso de su casta; o uno de sus compañeros de estudio de Lisboa, ¿habrían reconocido al hijo de los Bouillón, al docto maestro de teología, en ese barrendero y ayudante de cocina?
 Antonio nos amonesta con severidad en uno de sus mensajes: "No es el juicio de los hombres que nos manifestará lo que somos. Los hombres se engañan y se dejan engañar; llaman al mal bien, y al bien, mal. Cada uno vale lo que vale delante de Dios y nada más... La puerta del cielo es baja, y quien quiere entrar debe necesariamente inclinarse. Nos lo enseñó el propio Jesús, quién al morir, inclinó la cabeza". 

 ¿Por qué es el Santo del Amor? 
 En un pueblo italiano, aquellos que contraían deudas y pasaban por dificultades a la hora de afrontarlas, eran apresados y sus esposas obligadas a prostituirse para así saldar las deudas de sus maridos. 
 De esta forma, muchas familias quedaron desprotegidas y virtualmente destruidas. Antonio, desafió al poder de turno y luchó para que se sancione una ley que deje sin efecto esos procedimientos. 
Y lo logró. Los presos quedaron libres, las mujeres nunca más fueron sometidas en ese pueblo, y muchas familias volvieron a unirse.
 En el film cinematográfico que cuenta la vida de este santo, puede verse como Antonio convence al gobierno de turno para que sancione esa ley poniendo en riesgo su propia vida. ¿De que forma? Cena mediante, las partes estaban departiendo ideas y Antonio fue invitado a comer un plato envenenado para que demuestre su poder. ¿Cuál fue el resultado?: Salió ileso. 
 Pero sin dudas, el milagro más resonante que se le adjudica a Antonio se produjo pocos años antes de su muerte, cuando una niña que había muerto ahogada resucitó luego de que él la alzara en brazos y le pidiera al Señor que le devuelva la vida.
 Enfermo de hidropesía, los dolores de cabeza, los ardores de estómago, y las convulsiones no le permitían descansar. Y su mente afiebrada volvía al pasado, al brevísimo arco de su vida - ¡apenas 36 años! -, tan intensamente vividos, porque habían sido totalmente donados; entregados a Dios en la vida religiosa y en los ministerios sacerdotales.
 Sintiendo que se aproximaba su partida, solicitó que lo llevaran a Padua (Italia) y allí recibió la unción de los enfermos y la comunión.
 Luego, lleno de Fe y alegría, exclamó: “Veo a Mi Señor”. Y poco después, entregó su alma a Dios. Fue un 13 de junio de 1231, y por ese motivo en ese día y mes sus fieles de todo el mundo le rinden homenaje. 
 Por su lucha junto a los pobres, la calidad y peso de sus sermones y sus milagros, fue canonizado el 30 de mayo de 1232. 

 Frases de Antonio:

"Si injurias a un niño, si lo provocas, si lo golpeas, pero después le muestras y ofreces una flor, una rosa o cualquier cosa similar, él olvida rápidamente la ofensa, abandona la ira y corre a abrazarte. De igual modo, si has ofendido a Cristo pecando mortalmente, o lo has injuriado, si le ofreces la flor del arrepentimiento, la rosa de una confesión llena de lágrimas, que son la sangre del alma, Él, Cristo, ya no se acordará de tu ofensa, te perdonará la culpa y correrá a abrazarte y a besarte". 

"Me confieso con un hombre, pero no como a un hombre, sino como a Dios".

 "La humildad exige que el hombre tenga presente el origen humilde de su cuerpo, su gestación en el seno materno, su sencillo nacimiento, su penoso peregrinaje terrenal, sus debilidades, y tenga presente el pensamiento de la muerte, "más amarga que cualquier otra amargura". Además, la humildad, estimula al hombre a entrar en el misterio del Cristo humilde, que se ha hecho su siervo y redentor, testimonio del amor llevado hasta la locura". 

 "El avance del hombre en el camino de la perfección es proporcional a su postración, porque todo hombre que se alza será descendido y quien se humilla será glorificado".

 "Estaba cansado y enfermo, y el Niño Jesús fué mi consuelo"
 Quizás la rápida evolución de la dolencia le haya ahorrado la angustiosa soledad de los enfermos. De todos modos, su alma acostumbrada al diálogo con Dios, llenó esos difíciles momentos con la oración, la resignación y la humildad. Y fué en uno de esos momentos dolorosos, que sucedió ese episodio que la devoción popular llama la "Aparición del Niño-Jesús a Antonio", que ha inspirado a cientos de artistas, pintores y escultores, y que caracteriza más que otra cosa la figura del Santo.
 Pío XI lo expresa con las siguientes palabras: "Se cuenta que una noche, mientras estaba retirado en su celda, absorto en la oración y meditación de la Sagrada Escritura, de improviso una luz fulgente inundó la piecita y el Niño-Jesús se le apareció, sonriéndole con paradisíaca dulzura, y se le acercó y lo acarició con su tierna mano, e intercambió con él ardientes besos y abrazos".
 El conde Tiso casualmente pasaba por ahí. Quizá iba como otras veces a hacer compañía a Antonio en sus insomnios. Viendo por las hendiduras tanto fulgor, pensó en un incendio y sin pensarlo dos veces, empujó la puerta y contempló esa visión de cielo, cayendo de rodillas. Desaparecido el divino Niño, Antonio no reprochó la amable indiscreción del amigo, sino le pidió que no dijese nada a nadie, mientras viviera. Sólo a la muerte del Santo, el secreto fué revelado.
 Han pasado siglos. El castillo desapareció. Pero en Camposanpiero aún queda una celda de desnudos ladrillos, transformada en capilla, donde según la tradición Antonio tuvo la celestial visión.
 Aún se guarda una basta y gruesa tabla, que se cree haya servido de dura cama al Santo.

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