jueves, 11 de agosto de 2011

PIDE Y SE TE DARA







MATEO 18 -19-20

"Asimismo, si en la tierra dos de ustedes unen sus voces para pedir cualquier cosa, estén seguros que mi Padre Celestial se la dará. Pues donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, ahí estoy yo en medio de ellos".


DIA: 21-08-94.-

M. ¡Ves hijita de Mi Corazón Inmaculado como te guío de la mano! No soy sólo tu Madre, también soy tu Maestra. Paz, paz, paz a Mi hijita chiquitita en este día.

Ustedes Mis hijos consagrados, serán Mi Obra Maestra.

Hijita mía, quédate con tu Madre y serás felíz. Te preguntas qué será de ti...Cuál es tu misión. Para qué te creó Dios. Te respondo que has sido creada primero, para gozar de los Bienes del Reino de Dios: paz, alegría, bondad, misericordia, gratitud, y sobre todo Amor.

Sabes que estos bienes no pertenecen al presente mundo. Dios da a raudales a Sus hijos, pero el mundo los ciega, entonces prefieren quedarse en la añadidura antes de ir a la esencia que todo hombre trae dentro de sí: el Reino de Dios. Bien caro ha costado esto: la sangre de Mi Divino Hijo.

Busca estos bienes siempre de la mano de tu Madre Celestial, y te ruego hijita, cuida la paz que te regalo.

F. Luego me pongo a orar con mi Madre Celestial, y ella me dice que le pida a "Jesús, Hijo del Altísimo", el don de la sanación interior, de sanación física y de liberación, para que Sus hijos sean salvados. La Madre quiere salvarlos a través de Sus más pequeños hijos que se entreguen a ella con amor.

Siento tanto el amor de la Madre suplicando al "Hijo del Altísimo", ¡misericordia por los hombres del mundo entero! Ella nos necesita mucho, y debemos decirle "Sí" con el corazón.

Cerrando los ojos, veo a la Madrecita arrodillada y muy humilde frente al Hijo del Altísimo pidiendo por nosotros. Y Jesús, con mucho amor y grandeza, accede a la súplica de Su Madre.

La grandeza que veo en Jesús es incomparable, y la humildad de María otro tanto.

Mi Madre se digna orar conmigo, y quiere que medite: Mateo 18, 19-20.

Ella me dicta lo que tengo que pedirle a Jesús:

"Paz, paz, paz sobre los corazones de todos los hombres.

Que se derrame el Espíritu de Dios sobre el mundo entero.

Misericordia sobre la pobre humanidad pecadora y sufriente.

Entrega total al Inmaculado Corazón de la Madre Celestial".

(Nuevamente Ella me dice: "Paz, paz, paz").

Más tarde:

M. Hijita de Mi Corazón, aléjate y aleja de ti todo lo que te haga perder la paz del corazón. Aún aquello que te parezca bueno, aún lo que te parezca esencial. Nada debe perturbar el paraíso creado en tí por Mi Corazón Inmaculado.

No te perturbes si los demás no te entienden. ¿Sabes quién te habla y quién te cuida? Es bueno que lo recuerdes siempre.

No debes estar sometida a nada y serás completamente libre.

Mi voz es clara, y siempre te aviso cuando algo no debes hacer.





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