J. El discípulo no es superior a su maestro.
Hijita,
Yo tuve que aprender a conocer a Mi Padre, amar Su voluntad cada día y
aceptarla. Cada momento de tu vida debe ser un "¡Abba! ¡Abba!". Crecer a
Su sombra debe ser tu vida. Pasito por pasito y sin apuro.
F. Jesús,
me cuesta dejarme amar por el Padre. Muchas veces entro en un estado de
angustia, como si estuviera sola. Hasta que tomo conciencia nuevamente
que la realidad no es ésa. Tenemos un Padre tan amoroso y bondadoso...
Jesús, tengo que agradecerte tanto... y a nuestra Madre tambien.
J. Hijita,
conozco los deseos de tu corazón, pero déjame prepararte. Sólo cuenta
el momento presente y el Amor que Yo te doy a cada instante. Déjate
amar, hijita tan pequeña. Mi pequeña discípula...
No temas
hijita, Yo reparto Mis dones como me parece mejor. Créeme que me agradó
darte los secretos del Reino. Yo sé que tú me amas a pesar de toda tu
debilidad y buscas MI GLORIA. Por eso siempre debes mantenerte pequeña y
humilde, así serás por siempre agradable a Mis ojos.
F. ¿Por qué me tratás con tanta delicadeza?
J. No preguntes el porqué, nunca comprenderás el Amor que tengo por Mis criaturas.
F. Estas palabras están llenas de Amor y Misericordia; será que la gente podrá comprender y abrir su corazón a Tu Amor salvador?
J. Este asunto déjalo por Mi cuenta. La gracia acompaña a las palabras.
F. Hay muchas cosas que no entiendo.
J. Mejor así.
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